Y ahí estaba ella, con la mirada perdida y el pensamiento en otra parte, parecía que sus recuerdos le dolían porque mientras la observaba,  ese brillo en su mirada se desvanecía.

¿En qué piensa? me preguntaba, no podía parar de mirarla, tenía una cabellera larga color castaño, vestía un jean azul y una camisilla blanca que dejaba ver sus atributos, pero lo que me atrapaba era esa mirada llena de magia y un brillo singular, que me llevaban a despertar más la curiosidad de que era lo que le afectaba.

Que hermosa pensaba, deseaba acercármele y presentarme, pero ella seguía en su mundo paralelo. Eran las nueve de la noche de un viernes de abril, un abril negro, lleno de invierno y no solo era el clima era mi vida y por lo visto la de ella también

Me quede observándola tratando de descifrar sus pensamientos, ¿Que la tiene así?. Tal vez un amor que la hizo sufrir, aquellos que se viven con pasión, de esos que terminan y te desgarran el corazón.

Descendió del metro y yo la seguí, vi como bajaba por las escaleras hacia el costado izquierdo y siguió hasta el paradero de buses. Sabía que esta era mi oportunidad tal vez no la volvería a ver.

Sentí un estruendo, todo el mundo se escondió, las personas corrían y ella cayó al suelo. Le habían disparado, corrí hacia ella y en su último  suspiro me hizo sentir paz. Su mirada se desvanecía en la eternidad, pero de algún modo sentí que ese invierno de su alma terminaría para abrir la primavera en el más allá.